La clave está en el ADN mitocondrial
El ADN es una molécula hereditaria que se transmite de padres a hijos y estos reciben, como se dijo ariba, el 50 % de su ADN nuclear de cada progenitor. Pero una fracción del ADN está compuesta por las mitocondrias, las cuales no viajan en los espermatozoides transmitiéndose a través de los óvulos solo vía materna.
El ADN mitocondrial permitiría un retrato certero de las madres ancestrales. Algo de esa memoria de miles de años que nos conectan a la ‘Eva Africana’ se expresaría en que, a diferencia de los abuelos, con la abuela materna se experimenta la idea de la madre sustituta. De hecho, la abuela materna es crucial en épocas de crisis.
Veamos los correspondientes a la abuela materna; a saber:
Distante. Una abuela poco indulgente, que parece encarnar los rasgfosa negativos que se atribuyen a las personas mayores.
Próxima. Interesada en todos los aspectos sociales y personales del nieto.
Sustituta. Indulgente e interesada en los asuntos de los nietos, pero muy activa en lo que a la sustitución de los hijos concierne.
Ideal. Una abuela indulgente, preocupada, no se toma por sustituta, y encarna todo lo mítico que entrañan y representan las personas mayores.
Abuela materna en todo el sentido de la palabra
Si la abuela participó de alguna manera en la formación de su nieto de acuerdo al ADN, entonces sus rasgos pueden transferirse al niño. No obstante, Jodorowsky explica que no solo son características físicas las que se heredan. Al parecer las vivencias emocionales de la abuela materna también pueden heredarse.
El ovocito a partir del cual nació tu hijo, posee la carga genética de tu madre. Todos tus hijos tendrán el mismo material genético ineludiblemente. Es por ello que de alguna manera se producen nexos capaces de traspasar dimensiones.
Según el ensayista Jodorowsky, aquellas emociones que sufrió la abuela cuando estaba embarazada de su hija, fueron traspasadas a ellas y quizá tal vez a esos futuros nietos. Es decir, aquella influencia emocional puede seguir activa en el ADN, aun cuando ya haya pasado una generación.
Como sabemos, la información del ADN mitocondrial, es decir, el que proviene de la madre, es mayor en el momento de la formación del embrión. La esperma del padre carece de este tipo de información, así que los abuelos paternos no intervienen más allá. Pese a esto, algunos estudios genéticos estiman que los rasgos del ADN del padre son mucho más dominantes en relación a la herencia.
De igual manera, desde un punto de vista más bien sentimental, en la mayoría de los casos la abuela materna se involucra mucho más con el embarazo, parto y crianza de sus nietos. La importancia de la abuela materna es indudable para la mayoría. Quizá no sabemos qué heredamos de nuestras abuelas, pero su presencia en nuestras vidas es muy valiosa desde todos los puntos de vista.